Mientras tanto, a mis pies vino a tenderse una hermosa mujer desnuda. Con triste
gesto le dije: «Puedes levantarte.» Le tendí la mano con la que el fratricida degüella a su
hermana. La luciérnaga, a mí: «Cuídate tú, el más débil, porque yo soy la más fuerte. Esta se
llama Prostitución». Con lágrimas en los ojos y rabia en el corazón, sentí nacer en mí una
fuerza desconocida. Tomé una piedra grande, tras un gran esfuerzo logré levantarla hasta la
altura de mi pecho, y la sostuve en el hombro con mis brazos. Escalé una montaña hasta la
cima y desde allí aplasté a la luciérnaga. Su cabeza se hundió en el suelo hasta una profundidad
de la talla de un hombre; la piedra rebotó hasta alcanzar la altura de seis iglesias. Fue
a caer en un lago, cuyas aguas descendieron en un instante, formando su remolino un inmenso
cono invertido. La calma se restableció en la superficie, pero la luz de color sangre no brillo
más. «Ay, ay», gritó la hermosa mujer desnuda, «¿qué has hecho?» Yo, a ella: «Te prefiero a
ti, pues tengo piedad de los desgraciados. No tienes la culpa de que la justicia eterna te haya
creado.» Ella, a mi: «Un día, no te digo más, los hombres me harán justicia. Déjame ir a
esconder en el fondo del mar mi infinita tristeza. Sólo tú y los monstruos horribles de estos
negros abismos no me despreciáis. Eres bueno. Adiós, a ti que me has amado.» Yo, a ella:
«¡Adiós! ¡Adiós! ¡Te amaré siempre! Desde ahora, abandono la virtud.»
Saludos
Chau
miércoles, agosto 23, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
wow!...solo pueo decir..q sera copiado pa mi wea..xDD...heavy el cambio..pasar del heman hueco..y el perreo a esto...wow..lo sig procesando pero ta buenisimo wn...salu2..
Publicar un comentario