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Hoy pongo algo notable que acabo de leer en un diario...
Eliminemos los pre natales
Felipe Pumarino
Estupenda la idea del Senador Ominami-Enríquez-Origami de acabar con las indemnizaciones por despido. Finalmente alguien dio en el clavo: el principal obstáculo para nuestro desarrollo económico es la patudez de los trabajadores chilenos. No les basta con recibir un suculento sueloa fin de mes; además exigen cierta protección los muy vagonetas. Después estos mismos chupasangre no saben qué hacer con los sacos de billetes que reciben cuendo los echan. Es que nadie parece entender que la empresa privada no existe para hacerles cariño a los empleados, sino para que sus dueños ganen plata. Obvio, si Don Pedro se levantó de maletas tiene el legítimo derecho de mandar de una patada a la calle a la secre o al junior. Y chaíto nomás. Ya les hizo un favor suficiente al darles pega. Un buen dia, cuando se flexibilicen estas trancas estructurales, la redistribución del ingreso vendrá solita y nos golpeará como una avalancha de caridad a la altura del occipucio.
En esta misma linea se vuelven urgentes otras medidas para eliminar las ataduras que estrangulan a nuestras empresas. Por ejemplo, terminar de una vez con esa odiosa costumbre de las vacaciones. Si se pasan todo el año sacando la vuelta, ¿Para qué quieren irse a la playa, flojos de porqueria? Lo mismo vale para los feriados: cada día no trabajado le cuesta alrededor de un chillón de dólares al bolsilo patrio. La Confederación de la Producción y el Comercio se encarga de recordárnoslo antes, durante y después de cada festivo. Según parece, en países desarrollados se trabaja hasta el día del funeral de tu mamá.
Eliminemos ya los prenatales, postnatales, horas extras, aguinaldos, bonos, cajitas de mercadería, vales de almuerzo, café gratis, permiso para ir al baño, seguros de salud, cotizaciones y demases. En el futuro, el contrato laboral será algo tan obsoleto como la filatelia o la franja cultural. Se me olvidaba: ¿por qué seguir garantizando un salario mínimo si hay tanta gente dispuesta a trabajar por cuarenta lucas mensuales? Basta de pagar de más, dejemos operar en libertad a las leyes del mercad. ¿Y quién dijo que a los 14 años no se puede ser empleado del mes? ¡Por qué cortarle las manos a un niño que quiere trabajar! Lo que necesitamos es ponernos la camiseta de las Pymes y cortarla con la cháchara. Sólo sacándonos la mugre llegaremos al Primer Mundo antes del Tricentenario. Se nota que los años de Carlos Ominami-Gumucio-Doggenweiler como ministro le sirvieron para abrir los ojos ante el drama cotidiano que sufre la pequeña, mediana, enorme y monstruosa empresa. El viejo mirista comprendió a cabalidad que el objetivo del modelo es mantener tranquilo al emprendedor. La única duda que me asalta es qué hago si alguna vez me dan ganas de apoyar a un candidato de izquierda. Probablemente tendría que votar por Lavín, eventual carta comunista para el 2009.
Faltas de ortografía o cosas asi.... disculpen, lo copié rápido (hasta en esto estoy poniendo acentos!)
Saludos!
No me odies a medias, ódiame con tu alma. Lleva en tus venas el odio que sientes por quien mata a tu misma sangre, como odias al que te engaña. Ódiame como si tu mujer estuviera conmigo, como si violara a tus hijos. Ódiame... ÓDIAME!! Pero entero... no a medias. Porque sentimientos tibios no necesito... por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Un gran pudrete al puto mundo.
Mierda, mierda, mierda.
Saludos a mi marakita hermosa... la unica que siempre ha estado conmigo.
Cada mañana, cuando el sol se levanta para los demás, esparciendo la alegría y el calor saludable por toda la naturaleza, mientras ninguno de mis rasgos se mueve, mirando fijamente el espacio repleto de tinieblas, acurrucado en el fondo de mi amada caverna, con una desesperación que me embriaga como el vino, hago jirones mi pecho con mis poderosas manos. Sin embargo, siento que no estoy atacado de rabia. Sin embargo, siento que no soy el único que sufre. Sin embargo, siento que respiro. Como un condenado que pronto ha de subir al cadalso y ejercita sus músculos mientras reflexiona en su suerte, de pie, sobre mi lecho de paja, con los ojos cerrados, giro lentamente mi cuello de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, durante horas enteras, sin caer muerto. De vez en cuando, cuando mi cuello no puede ya continuar girando en el mismo sentido y se detiene para volver a girar en sentido contrario, miro súbitamente al horizonte a través de los escasos intersticios hechos por la espesa maleza que obstruye la entrada: ¡no veo nada! Nada... a no ser los campos que danzan en remolino con los árboles y las largas bandadas de pájaros que atraviesan los aires. Eso me trastorna la sangre y el cerebro... ¿Quién, entonces, me golpea con una barra de hierro en la cabeza como un martillo que golpeara en el yunque?Algo mas de Los Cantos de MaldororSaludoscHAu!